Artículo escrito por Guillermo Nicolau. Pienso en ti y en cómo decirte adiós y el boli parece que no escribe, las teclas del portátil se atascan y las ideas se escabullen como arena entre mis dedos. No será por falta de recuerdos, te lo prometo. De la mano de mi padre y de mi abuelo, el invierno de 1993, nace el primero. Con una sonrisa de oreja a oreja, anonadado por tu inmensidad, encandilado por aquel equipo de Johan, me emocioné con los goles de Nadal y Witschge. Nos fuimos a casa pensando que a Julio Salinas le habían anulado su gol con razón, pues siempre estaba en fuera de juego. Mi padre aún maldice que no tuvieses pantallas, “se ve mejor en casa”. Y no volvió más. Él ya había visto a su Laudrup y el gol de Salinas había sido legal.
ADIÓS, CAMP NOU
ADIÓS, CAMP NOU
ADIÓS, CAMP NOU
Artículo escrito por Guillermo Nicolau. Pienso en ti y en cómo decirte adiós y el boli parece que no escribe, las teclas del portátil se atascan y las ideas se escabullen como arena entre mis dedos. No será por falta de recuerdos, te lo prometo. De la mano de mi padre y de mi abuelo, el invierno de 1993, nace el primero. Con una sonrisa de oreja a oreja, anonadado por tu inmensidad, encandilado por aquel equipo de Johan, me emocioné con los goles de Nadal y Witschge. Nos fuimos a casa pensando que a Julio Salinas le habían anulado su gol con razón, pues siempre estaba en fuera de juego. Mi padre aún maldice que no tuvieses pantallas, “se ve mejor en casa”. Y no volvió más. Él ya había visto a su Laudrup y el gol de Salinas había sido legal.