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UNA LIGA PARA SOÑAR
Que levante la mano quien en agosto creyera que el Barcelona ganaría la Liga a falta de cuatro jornadas para el final. A quien haya levantado la mano: mentir es pecado. Que se atreva a levantar la mano quien imaginara unos números tan escandalosos en defensa como los conseguidos en la primera liga de Xavi. Al que la haya levantado: más te vale no ser el mismo de antes.
Se respira mucho menosprecio fuera (y dentro) del entorno culé hacia la Liga ganada por el Barcelona. Se argumenta el pobre espectáculo ofrecido durante los partidos, el no cumplir con el dogma del estilo Barça, el unocerismo instaurado en tantos partidos y un largo etc. Porque al parecer, si eres culé, tu equipo debe ganar mínimo 4-0 a todos sus rivales, tocar La Primavera de Vivaldi en si menor y oler bien al acabar la función. Y encenderte el cigarro de después. De no ser así, se dice que no es para tanto, que cualquiera puede hacerlo o que será que el resto no se han presentado.
Hay quien sueña toda la vida y hay quien se pasa la vida soñando. Soñar es gratis y los sueños, sueños son. Y hay sueños de los que nunca te hablaré. Pero casi 1.500 días después, el Barcelona tiene derecho a soñar. Como si de ese número de lotería se tratase, esa sonrisa sincera, o la mirada que surge de ésta, esta liga es la semilla que nos hacía falta para soñar. Para soñar con tiempos mejores, soñar con competir frente a los más grandes, soñar en volver a reinar lejos de casa, soñar con volver a ser la envidia de nuestros rivales, soñar con pintar obras de arte en nuestro nuevo lienzo, nuestro nuevo Camp Nou. Intentaron podar, talar, arrancar de raíz nuestros sueños. Y aquellos que los cumplían se fueron marcharon, por edad, por desamor o por ley de vida. Son cosas que pasan, que se ha dicho siempre en mi casa.
Y, porque no, tenemos derecho a soñar con el regreso del mejor de todos los tiempos. Vuelve Leo, ahora que ya sabemos ganar sin ti. Ahora que hemos aprendido a soñar sin ti.