Pedri y Lamine para vivir la vida
Los niños se han contagiado del carácter por momentos hierático del alemán, y Hansi, con una guardería como vestuario, ya no tiene que esconderse detrás de la seriedad
Columna de Pablo Carretero (@Carretero__)
Estoy cansado de escuchar eso de «el fútbol ha cambiado, ahora es más físico». Algunos nos lo quieren hacer creer y otros ya están sumidos en la mentira, pero por suerte los que juegan muy bien a esto lo siguen dominando. Si mirásemos el fútbol bajo esta premisa, sustituir a Kroos por Mbappé debería ser un movimiento ganador. Sumas velocidad, físico, ritmo y gol, todo aquello en lo que se ha convertido el «nuevo fútbol». Lo que cierto sector no quiere ver es que precisamente pierdes eso: fútbol. Para muestra el inicio de temporada del Madrid, que con una plantilla repleta de atletas no está siendo capaz de jugar bien. Sin el alemán, esa pieza que encajaba las demás, hay que rehacer el puzle. El madridista es consciente, pues por más que siempre ha querido un equipo vertical, incisivo y caótico, ayer se miró al espejo y nombró tres veces a Kroos. Se hartó del desorden, ahora necesita control.
Y control hubo. Del otro lado Pedri, un futbolista ninguneado por la afición rival que ayer les demostró en la cara que algo muy parecido a él es lo que les hace falta. Y no hay mayor placer que sentir que el que en su día te menospreció hoy te necesita. En el Bernabéu están acostumbrados a que el mandamás vaya de traje y corbata, pero anoche iba de corto y medía poco más de metro setenta. Hasta hace no mucho sólo le impedían brillar las lesiones, ahora parece de plastilina. Tchouameni le pisó el tobillo y la nueva versión del canario se plantó y dijo: «The show must go on». El canario a veces se siente Quevedo, porque todo se mueve muy rápido alrededor de él. No le importa, tiene su propio ritmo. En frente tenía a Valverde y Bellingham, más veloces y potentes, pero demostró que la pelota es el As de la baraja, porque importa tanto tenerlo como saber qué hacer con él.
El Barça también tenía al Joker en su mano: Lamine Yamal. El chaval estrenaba brackets y salió al recreo a reírse de todos. Los que van sobrados lo tienen todo preparado: le dio tiempo a hacer tres celebraciones distintas y a bailar con Balde. En apenas 30 segundos Lamine celebró como Cristiano, dejó una imagen calcada a la del tanto de Messi en el Bernabéu en 2011 y desató el odio de algunos imbéciles que jamás deberían volver a entrar a un recinto deportivo. Él, que creció con estas dos bestias dominando el fútbol, ha cogido lo mejor de cada casa. El talento y la sencillez de Leo, el carisma de Cristiano. Con 17 años ha ganado una Eurocopa siendo clave y ya es el jugador más joven en anotar en El Clásico. Más que completar una misión se ha pasado el juego en modo difícil.
El Bernabéu, que ha suspendido los conciertos hasta 2025, presenció el espectáculo de lo que hoy es la mejor orquesta del mundo. Con Pedri a la batuta, Lamine siendo el mejor solista que uno puede imaginar y Flick como director de orquesta. Los niños se han contagiado del carácter por momentos hierático del alemán, y Hansi, con una guardería como vestuario, ya no tiene que esconderse detrás de la máscara de la seriedad. Puede dar volteretas, celebrar los goles como un niño la noche de Reyes y gritar «Viva La Vida».