Oriol Romeu, un tipo normal en un momento antinatural
No deja de sorprender que un mediocentro pueda pasar en un mismo año natural de ser uno de los mejores de LaLiga a ser un descarte
Al inicio de la temporada, el barcelonismo se sorprendió con Oriol Romeu porque era un tipo normal. Acostumbrados a jugadores que se involucraban poco con el club y la ciudad, muchas personas alucinaron con el mediocentro porque se podían ver reflejados en él. No por cualidades técnicas ni inteligencia, sino por lo más mundano. Por la posibilidad de encontrarlo en las calles de Barcelona antes de que se confirmara su fichaje, como si no tuviera que ocultar a nadie. Al priorizar las fiestas populares de su hogar, Ulldecona, en lugar de las ostentosas por encima de la Diagonal. Por ser un lector, es decir, tener intereses más allá del fútbol. Sin embargo, el simple hecho de mostrarse como un ser humano le ha valido para ser aún más crucificado, tanto dentro como fuera del campo.
Según avanzó Xavi Torres en TV3, existe la posibilidad de que Oriol Romeu vuelva al Girona FC. Al día siguiente lo confirmó Lu Martín en El Bar, donde él y Mateu Alemany hablaron sobre los motivos de esta decisión por parte de Xavi Hernández. En lo que se refiere estrictamente a la actual etapa como blaugrana, tal como apreciaba Alemany, su temporada está marcada por ser lento con el balón en los pies y la toma de decisiones. Pero como afirma Martín, también le ocurre que se ha encontrado un contexto donde debe ser un mediocentro de recorrido que deba cubrir ambas bandas.
El caso de Oriol Romeu no se entiende como la negación de que un fichaje pueda salir mal. No obstante, asusta que un perfil como el suyo pueda diluirse tan rápido dentro del FC Barcelona. Que a pesar del paso de los años, el club siga comportándose como una demoledora de jugadores en función del rendimiento a corto plazo, aunque precisamente las incorporaciones de veteranos se planifican para obtener resultados en un periodo de tiempo minúsculo. No deja de sorprender que un mediocentro pueda pasar en un mismo año natural de ser uno de los mejores de LaLiga a ser un descarte. Especialmente teniendo en cuenta que durante el inicio de temporada complementó correctamente a Frenkie De Jong. Mucho más cuando era el centro de operaciones para Míchel Sánchez en Girona: “Es el jugador, quizá junto con Mikel Rico, que más ha entendido qué es lo que quiero. ‘Uri’ llega a todo, me lo equilibra todo, y alrededor de él tengo que formar la estructura”, afirmó a Panenka.
Precisamente Míchel tiene mucho que ver en la situación de Oriol Romeu dentro del FC Barcelona y los sentimientos que vive el club en la actualidad. El entrenador del Girona desnudó a los blaugranas para darles de su propia medicina. Les enseñó lo bien que llegaron a jugar en el pasado y lo muy perdidos que están en la actualidad. Mientras Romeu contemplaba desde el banquillo cómo su anterior equipo le daba una lección, de aquellas que tenía presente en la rutina, también apreciaba un camino contrario al suyo: el de Eric Garcia. Actualmente Garcia disfruta de los minutos demostrando que no sólo es un jugador estudioso con cara de ‘bon minyó’. Quizás es Daley Blind quien aumenta su altura para superar la primera línea de presión, pero en las orillas del río Onyar sí entienden de verdad que el fútbol es una red de causa y efecto, tal como los estoicos entendían que funciona todo a nuestro alrededor.
La situación de Oriol Romeu refleja cómo un momento antinatural puede acabar con un tipo completamente normal. Porque, además del cambio del rendimiento, la melodía del buen juego llega desde Girona y no desde Barcelona. En la catedral gerundense se habla desde la pelota, sea en abundancia o en ausencia. En cambio, en la barcelonesa, Xavi Hernández se pronuncia desde la construcción. Como si el hecho de tener obras excusara al equipo de cualquier autocrítica, siempre necesaria, tanto por cómo se trabaja como por los efectos colaterales que pueden generar alrededor. Consecuencias que Romeu, a pesar de conocer a la perfección el vocabulario blaugrana al haberse formado en La Masia, está sufriendo en primera persona.
Columna de Joan Cebrián (@Motijoan)