La paradoja del nuevo Barça
La apelación a la nostalgia en la candidatura de Laporta no puede ser solo futbolística: también debe serlo de dirección
Desde que Laporta volvió a la presidencia culé ha ido incorporando talento a una plantilla que, huérfana de Messi, necesitaba reinventarse. Primero fue en invierno, con Ferran, Aubameyang y una serie de jugadores que aseguraron la cuarta plaza culé. Luego Lewandowski, Koundé, Raphinha y los retoques necesarios para tener una plantilla competitiva. Ahora, con los Joaos y Gündogan, el Barça cuenta con un talento en el terreno de juego difícil de imaginar al inicio de la candidatura. La paradoja es que, en los despachos, ha ocurrido lo contrario.
El próximo 8 de febrero se cumplirá un año del adiós de Ferran Reverter como CEO del Barça. El empresario era la apuesta fuerte de Laporta en los despachos, pero abandonó la entidad culé después de fuertes discrepancias con el propio presidente. Desde entonces, el Barça no tiene CEO y es Laporta, junto al tesorero Olivé, quien ocupa sus funciones. Tampoco siguen Jordi Cruyff ni Mateu Alemany, las apuestas fuertes en la parcela deportiva, que ahora ocupa Deco: un perfil más afín al mundo de los agentes. Y Xavi, la apuesta a largo plazo en los banquillos, anunció el 27 de enero que dejaría de ser el entrenador a final de temporada.
El Barça ha invertido en talento dentro del terreno de juego, aunque para ello tuviera que tirar de palancas. Paradójicamente, en las oficinas ha ocurrido el proceso inverso. El club necesita un cambio de rumbo futbolístico de la mano de un nuevo entrenador y otro en la gestión, para estabilizar una planificación que ha sido de máximos desde el principio. Laporta se rodeó de los mejores. Así, comandó el mejor equipo de la historia. Ahora, en un momento muy delicado para la entidad, el presidente debe hacer memoria. La apelación a la nostalgia en la candidatura no puede ser solo futbolística: también debe serlo de dirección.
Columna de Jon García (@JonGarciaCas)