Gavi lo ordenó todo
Gavi nos enseña que la mejor forma de vivir es quedarte con la sensación de que lo has dado todo para que funcione
Columna de Pablo Carretero (@Carretero__)
Desde el 19 de noviembre de 2023 nada ha sido igual. Llegaba a casa y de repente me costaba meter la llave en la cerradura, las paredes estaban pintadas de un color más apagado, las sábanas cambiadas, los muebles más modernos y desordenados. Tenía la extraña sensación de entrar por la misma puerta de siempre y que no se sintiese mi hogar. Ayer, como por arte de magia, todo volvió a su sitio. Me volví a reconocer en el espejo, la cubertería era la misma de siempre, las sonrisas en la comida volvían a ser cómplices y mi plato favorito estaba sobre la mesa. Risas nerviosas, silencios incómodos. De fondo un “vamos a poner las noticias”. El día estaba cargado de aura.
A las 22:40 pude respirar de nuevo. Gavi volvió. Por fin. Como las estrellas, tenía que hacerlo en ‘prime time’. Aplausos al salir a calentar, brazalete antes de volver a pisar el césped y ovación cerrada sin hacer nada y a la vez todo: regresar. Pedri le cedió la capitanía para que se vaya acostumbrando, porque en unos años no se la quitará nadie. Nació para ser un líder y se crió para jugar en el Barça. En La Masia aprendió de fútbol, pero el arte de la calle se tiene o no se tiene. Su sonrisa es el yin y el yang: fuera del campo te seduce y dentro te apuñala. Él, que juega como si se hubiese comido la estrella de Mario Bros, sale de cada encuentro en reserva, con la energía justa para llegar al vestuario. Gavi nos enseña que la mejor forma de vivir es quedarte con la sensación de que lo has dado todo para que funcione.
En el fútbol, que va de sentir más que de cualquier otra cosa, Gavi es Dios. Lo representa todo. Su poder es infinito, se las sabe todas y no hay lugar en el que no aparezca. Omnipotente, omnisciente y omnipresente. Hay quienes no creen en él, pero el que lo hace cada día está más convencido.