Ferran Torres no es ninguna broma
“Ferranet” ha dejado de ser un perfil que debe ser interpretado desde la ironía, no por el partido contra el Real Betis
“Adoro la ironía porque al menos te equilibra”, canta Ayax en Octubre. Si el FC Barcelona y el fútbol nos reflejan como sociedad es precisamente por emular esos pequeños gestos que marcan nuestro día a día. El humor es un gran escudo para protegernos de nosotros mismos. Con el Barça sucede exactamente lo mismo: la mofa se convierte en un gran paraguas con el que cubrirnos de la lluvia cuando las cosas no van bien. El peso del contexto determina si recurrimos a ella y también si la debemos aplicar a dedo. Si la podemos individualizar sobre alguien que generaba muchas esperanzas o dolores de cabeza. Durante mucho tiempo Ferran Torres ha sido objeto de broma, no sin motivos. Tener tatuada una frase de Ibai Llanos y hacer un rebranding para presentarse como “Tiburón” son algunos elementos de chiste con los que cada aficionado puede construir el suyo. Llegó por 55 millones de euros fijos en variables en un mercado de invierno y en su primera temporada completa, la pasada, no tuvo un gran rendimiento. Pero los delanteros viven tanto del gol que, hasta que la pelota no choca con la red, nadie hace ningún esfuerzo por entenderles. Especialmente a los ‘no tan vistosos’, por muy contraproducente que suene. Ferran logró que el balón entrara tres veces en el Benito Villamarín. Se mantuvo como el segundo máximo goleador del equipo con 11 goles, sólo uno por detrás de Robert Lewandowski con 500 minutos jugados menos. Demostró que la inteligencia, la suya mostrada en forma de interpretación de los espacios y de timings, no sólo sirve para elevar a los futbolistas con talento: también como apoyo para aquellos que no están tan tocados por la varita mágica. “Ferranet” ha dejado de ser un perfil que debe ser interpretado desde la ironía, no por el partido contra el Real Betis. Hace tiempo que dejó de serlo. En un tipo que recurre a la inteligencia para jugar, conserva la constancia a la hora de trabajar y revierte un mal estado de salud mental no hay ninguna broma, sino muchos méritos que reconocer y poner como ejemplo.
Por Joan Cebrián (@Motijoan)