Ferran era un delantero y siempre estaba gafado
Tras más de dos años, Ferran Torres sigue en el mismo punto en el que empezó en el Barça. El atacante valenciano sigue sin asentarse como una opción fiable y convirtiéndose poco a poco en un problema
Columna de Luis Juliá (@luis_castin)
A toda la culerada nos pilló un poco por sorpresa el fichaje de Ferran Torres en invierno de 2022, no solamente por lo inesperado del jugador en sí, sino sobre todo por la arriesgada apuesta que hacía el Barça en la operación, más de 65 millones de euros entre fijo y variables para traerlo al Camp Nou procedente del Manchester City. El contexto en el que se le fichó, es conocido, la peor situación deportiva de la entidad blaugrana desde tiempos de Gaspart, el Barça acababa la primera vuelta en quinta posición con la necesidad imperiosa de terminar la temporada en puestos Champions por una mera cuestión de supervivencia del club tal y como lo conocemos.
Entonces, un 28 de diciembre, el primer botonazo del pánico de ese mercado invernal, que terminó en su conjunto siendo crucial para que Xavi Hernández cumpliese con los objetivos de mínimos, se hacía oficial, al club llegaba un delantero polivalente, que venía de estar un tiempo con Pep Guardiola siendo un gran atacante de espacios a la espalda de la defensa y sobre todo un buen definidor al que no le temblaban las piernas cerca de la portería rival, o eso creíamos en sus primeros encuentros. La ida del play-off de la Europa League contra el Napoli, partido en el que solo pudo anotar de penalti pese a disponer de múltiples ocasiones clarísimas, terminaría siendo una premonición sobre su desempeño hasta el momento en el cuadro culé.
Ferran era un delantero, un buen delantero que llegó a Barcelona con la pretensión de pasar al siguiente nivel, con la pretensión de ser un jugador tan extremadamente útil que sea capaz de sentarse en mesas en las cuales su calidad técnica no le permite. La realidad ha sido bien distinta, pocos frutos para tan buenas intenciones, unas cuantas buenas rachas muy separadas en el tiempo, un par de grandes momentos (el 0-4 contra el Madrid de 2022 y el hat trick en el Villamarín) y hasta incluso, un bizarro «retiro espiritual» con un tal Llados del cual salió llamándose a sí mismo tiburón. En todo este proceso, un sin fin de ocasiones claras falladas y partidos en los que no se notaba su presencia sobre el terreno de juego. Un quiero y no puedo constante que va a terminar por convertirse, salvo milagro, en un problema para el Barça a la hora de intentar encontrarle salida.
Y es que a pesar de que como Ferran, vivamos en ciclos cuya repetición de eventos respecto a los anteriores sea escalofriante, el tiempo no perdona y pasa imparable ante nuestro trotar por la ruedecilla de hámster de la vida, así que sí, el «nothing ever happens» es un simple chascarrillo para tarados de las redes como los que me leéis; volviendo al tema, Ferran parece que encara de forma irremisible el final de su trayectoria en el FC Barcelona, y no va a ser precisamente por falta de oportunidades ya que, tanto Xavi Hernández como Hansi Flick hasta el momento de su lesión en Mendizorrotza, han confiado bastante en él, de hecho, el esfuerzo que ha puesto el técnico alemán en recuperarle para la causa en estos dos primeros meses de competición ha sido encomiable. Titularidades en momentos inesperados, sacándole de los primeros desde el banquillo, probaturas en distintas posiciones como por ejemplo en la que tan bien está aprovechando Raphinha… pese a todo este esfuerzo el futbolista de Foios sigue sin levantar cabeza, tan solo un gol en liga en la goleada por 7-0 al Valladolid. Algo mejor le va hasta el momento en la selección española, en la que, pese a su bajo estado de forma, es parte de la guardia pretoriana de Luis De La Fuente; eso sí, su importancia en el funcionamiento del equipo cada vez es menor. Todo el pescado parece vendido.
La amortización restante de su fichaje, de entorno a unos 30 millones de euros, hace de la de Ferran una situación complicada de cara a intentar buscarle una salida en próximos mercados, provocando que lo más probable sea, en primer lugar, una cesión. El atacante valenciano se dirige cuesta abajo y sin frenos hacia la necesidad de dar un salto para atrás con el objetivo de revitalizar una carrera que, aunque probablemente, lejos de los más grandes focos, aún puede darle una notable cantidad de momentos memorables. Por un lado, pienso, que quizás estemos adelantando acontecimientos, no deja de ser octubre, la competición prácticamente acaba de empezar, «El Tiburón» aún tiene tiempo de callarnos de un mordisco, pero, por otro lado, el tema es que Ferran era un delantero y siempre estaba gafado, siempre falla la ocasión clave que le permitiría seguir con sus buenas rachas esporádicas, la que de verdad le permitiría salir del bache, porque Ferran al igual que los animales marinos, una vez sale del agua, rápidamente vuelve a hundirse porque ese es su hábitat, Ferran desde que llegó al equipo azulgrana vive resignado al saber que el «gafe» es su prisión, pero a la vez su hogar y lo es porque su calidad técnica no le permite escapar y eso último en el fútbol no se puede ocultar.